1947-1958: Los años del "manquepierda"
Difícilmente puede entenderse lo que es el Betis sin mencionar los 10 años que jugó en Tercera, porque entonces tanto el club como su afición encontraron una seña de identidad que le acompaña aún en la actualidad. Según muchos autores, su "alma", que se halla en una expresión que en los años 50 despertó la simpatía de toda España: “¡Viva er Beti manque pierda!”. El poeta Joaquín Romero Murube describió aquellos tiempos y aquella expresión con las siguientes palabras: “El Betis llegó a formar una inderrocable moral a prueba de derrotas… pero en vez de adoptar esa inexplicable renunciación que hemos aplicado, para nuestra desgracia, a tantas adversidades –la de subirnos los hombros en vez de subirnos de corazón-, el Betis, tras la hecatombe, arremetía todas las tardes con más entusiasmo hacia la conquista de su gloria”.15
El Betis superó esos años con la ayuda de una afición que consigue llevar al club de regreso a Segunda División en 1954, ganando fama por llenar su estadio y por las “marchas verdes” en los desplazamientos. Atrás quedaron años de tremendas dificultades económicas, en los que unos pocos mantienen vivo a un club, según sus dirigentes, ignorado por las instituciones. La experiencia en Tercera fortaleció al club y le añadió otra singularidad: la de ser el único equipo que ostenta los títulos de Campeón de Primera, Segunda y Tercera División.
Mención especial tiene en esta época el que fue máximo dirigente de la entidad blanquiverde desde Tercera División hasta 1955, Manuel Ruiz Rodríguez, año en que abandonó la presidencia del club, pues creía que ya no podía ofrecer más para el crecimiento de la entidad. Este presidente bético no ha sido tan conocido como otros (Manuel Ruiz de Lopera o Benito Villamarín), pero su contribución fue fundamental para que el Betis haya llegado a ser lo que es. Su magnífica relación con otros clubes, como el Cádiz CF, del que consiguió varios fichajes a buen precio, y su labor fue vital en aquellos momentos críticos para la entidad blanquiverde.
Pocos dudaron tras la celebrada vuelta del Betis a Segunda en 1954 que ascendería a Primera tarde o temprano. No obstante, hubo que esperar hasta 5 años más tarde, el 1 de junio de 1958 para ver al Real Betis Balompié como equipo de Primera División.
1958-1976: LUCES Y SOMBRAS
En 1958 el Real Betis Balompié vence al sevilla por 2 a 4 en terreno rival. El Betis retornó a Primera. Desde 1959 hasta 1964, el Club pasó por una época de bonanza, que culminó con la tercera plaza en Liga, el Trofeo Carranza y su primera participación en la Copa de Ferias.
Justo al año siguiente, siendo fiel una vez más a su particular sino, el club sufrió la marcha de Benito Villamarín tras 10 años, la muerte de Andrés Aranda y el descenso a Segunda División. Al primer “Eurobetis” le sucede entonces el “Currobetis”, ese equipo que al igual que Curro Romero es capaz de la faena más legendaria y el fracaso más inesperado: ascensos y descensos casi consecutivos convirtieron al Betis en el clásico “equipo ascensor”, hasta que se consolidó en Primera en 1974.
1977-1992: LA COPA DEL REY Y LOS AÑOS 1980
El 25 de junio de 1977 el Betis conquistó la Copa del Rey en el Estadio Vicente Calderón. Dirigidos por Rafael Iriondo, Esnaola, Bizcocho, Biosca, Sabaté, Cobo, López, Alabanda, Cardeñosa, García Soriano, Megido, Benítez, Eulate y Del Pozo, escribieron otro capítulo muy recordado de la historia bética, tras una tanda de 21 penaltis. El Betis, que había sido el penúltimo Campeón de Liga antes de la Guerra Civil (1935), se convierte en el primer Campeón de España tras la dictadura de Franco y bajo la denominación de Copa del Rey aunque entre los años 1903 y 1932 ya tenía esta denominación (1977), cerrando en cierto modo un paréntesis sobre los años del régimen que coincidieron con sus peores años. Ese mismo año, el Betis llegó a cuartos de final de la Recopa de Europa tras dejar en el camino al AC Milán. Y, fiel una vez más a su singular leyenda, en esa misma temporada desciende inesperadamente a Segunda División.
De vuelta a Primera en 1979, retornaron los buenos tiempos deportivos y el “Eurobetis”: la clasificación para la Copa UEFA en 1982 y 1984, la conmemoración de las Bodas de Platino en 1982 y el subcampeonato de la Copa de la Liga en 1986 marcaron una época feliz para los aficionados béticos, a la que se sumaron otros hechos vividos en su Estadio como sede del Mundial y, sobre todo, como escenario del famoso España-Malta.
Desde entonces y hasta 1992, el Betis atravesó un período de crisis económica y deportiva, en el que vivió nuevamente como “equipo ascensor” hasta el descenso de 1991, sin duda en uno de los peores momentos para afrontar la preceptiva conversión en Sociedad Anónima Deportiva. El Plan de Saneamiento obligó al Real Betis Balompié –en esos momentos club de Segunda División, categoría en la que permaneció al perder la eliminatoria de promoción ante el Deportivo- a cubrir un capital social de casi 1.200 millones de pesetas, el doble del importe exigido a casi todos los clubes de Primera y Segunda.
En poco más de 3 meses, los aficionados béticos aportaron en pequeñas cantidades un total de 400 millones de pesetas: un importe que aunque habría cubierto entre el 60% y el 100% de capital de cualquier otro club de 1ª o 2ª, en este caso resultó insuficiente. A esos 400 millones se sumaron otros 100 aportados en paquetes superiores al 1% del capital social exigido, pero seguían sin cubrirse 680 millones y sin concretarse el apoyo de empresas o instituciones. El 30 de junio, el vicepresidente económico Manuel Ruiz de Lopera presentó avales por esa cuantía, y se hizo con el control mayoritario de la SAD, eludiendo el descenso a Segunda B y entrando en el Plan de Saneamiento.
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